Este mineral ejerce un papel importante en la producción de proteínas y contribuye a regular los niveles de glucosa sanguíneos, ya que interviene en el metabolismo de la insulina.
En general, los alimentos proteicos no afectan a los niveles de glucosa sanguíneos porque apenas contienen (y a veces carecen) de hidratos de carbono. Por eso se recomienda seguir las recomendaciones generales.
Los alimentos ricos en hidratos de carbono son los que tienen un mayor impacto sobre los niveles de glucosa sanguíneos, así que se les debe prestar una atención especial.
Las recomendaciones sobre la ingesta de grasas en caso de diabetes se está modificando en los últimos años a consecuencia de los resultados de las nuevas investigaciones.
No hay un criterio unánime sobre las grasas y su relación con la diabetes: hay quienes insisten en limitarlas todas y otros que optan por una postura más innovadora y sugieren elegir grasas "saludables", como el aceite de oliva virgen, los frutos secos, el pescado azul...
Algunos alimentos son especialmente interesantes porque intervienen en el metabolismo de la glucosa.
Mejoran el metabolismo de los hidratos de carbono y de las grasas, por lo que rebajan el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Según otra investigación publicada en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, los ácidos grasos omega 3 parecen aumentar el nivel sanguíneo de una hormona (la adiponectina) que se asocia con un menor riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedad coronaria.
Sea soluble o insoluble, la fibra mejora la digestión y el tránsito intestinal, además de saciar.
La situación de prediabetes aumenta muchísimo el riesgo de evolucionar a diabetes si no se hacen cambios en el estilo de vida. En este sentido la alimentación es un factor clave para evitar que la prediabetes evolucione a diabetes tipo 2 (y el principal modo de tratarla cuando ya está establecida).
En este caso también conviene tener una rutina de actividad física, ya que el ejercicio ayuda a disminuir la glucemia y favorece la acción de la insulina. De hecho, muchas veces con una dieta hipocalórica adecuada y el ejercicio basta para que el organismo vuelva a funcionar con normalidad.
Según la Sociedad Española de Diabetes (SED), se considera que la dieta en estos casos debe ser lo más parecida posible a la que se recomienda al resto de la población, es decir, una dieta equilibrada, muy variada y suficiente en energía y nutrientes para cubrir las necesidades propias de cada edad y situación.
• En general, conviene que la dieta sea de bajo contenido calórico y rica en fibra, con muchas verduras frescas, así como frutas, cereales integrales, legumbres y frutos secos. También conviene que sea pobre en productos procesados, principalmente los ricos en azúcares añadidos.
• También es fundamental ser regular. Para evitar las subidas y bajadas bruscas de glucosa es importante llevar un horario regular de comidas, repartir los carbohidratos en 5 o 6 tomas y comer cada 3 o 4 horas.
Suele creerse que en caso de diabetes se debe tomar poca fruta, ya que contiene hidratos de carbono simples o azúcares (principalmente fructosa). La Asociación Americana de Diabetes recomienda justo lo contrario: incluir 3 piezas de fruta fresca y entera al día.
• Pese a ser rica en azúcares sencillos, tiene una cantidad elevada de fibra, por lo que no causa subidas bruscas en la glucemia.
• Además es rica en agua, vitaminas, minerales, antioxidantes... que rebajan el riesgo cardiovascular (elevado en caso de diabetes).
• Hay que comerla fresca y entera, no en zumo. Son especialmente interesantes arándanos, uvas y manzanas.